Costa Rica abarca una extención de 50.900 kilómetros cuadrados, área que se considera, a nivel latinoamericano, relativamente pequeña.

Al igual que otros cuatro Estados de los seis de América Central, tiene acceso a ambos océanos lo cual es una gran ventaja para un país de tan pequeña dimensión. El país tiene una longitud litoral de 1.228 kilómetros de los cuales 1.016 pertenecen al litoral pacífico donde existe una gran variedad de formas de importante significación geográfica, contando con la existencia de fenómenos y procesos geomórficos variadísimos como barras, flechas, albuferas, etc.

Algunas de estas formas ya han sido estudiadas con bastante detalle pero a la vez, otras esperan una observación acuciosa.

Por esto, se intenta con el presente trabajo, dar inicio a posibles futuras investigaciones sobre la flecha de Puntarenas.

 

Propósito
El objeto del presente trabajo es presentar un estudio preliminar sobre la flecha de Puntarenas, situada en la costa pacífica del país y en la provincia del mismo nombre, propiamente en el golfo de Nicoya.
En este primer intento, se trata de explicar en la primera parte, por qué y cómo se ha formado tal flecha, su proceso y formación primitiva para luego estudiar los cambios que ha sufrido y concluir en su estado actual y posibles tendencias.

¿Qué es una flecha?
Para el lego en la materia el término “flecha” le parecerá extraño, pero en geomorfología litoral éste se entiende como
una prolongación sedimentaria de la costa en forma alargada, unida a ésta por un lado y terminando la otra punta en agua abierta.

Sinónimos de flecha son los términos barra de arena, espiga, barra de espiga, lengua de tierra, banco de arena, punta (usado generalmente por el vulgo), flêche y poulier.

Para definir mejor el término parece necesario recurrir primero a la bibliografía especializada. Aunque en general, los autores coinciden en las características más relevantes y comunes, de uno a otro pueden observarse algunas variantes. Una revisión somera de la bibliografía disponible ha dado los siguientes resultados:

EVANS (1942) define una barra de espiga como “una cresta o terraplén de sedimentación unido a la tierra firme por un extremo y terminando en agua abierta por el otro.”

BRANSON Y TARR (1959) dicen que “cuando la corriente litoral penetra por el extremo de una bahía la depositación prolonga la costa hacia su interior y da lugar a una lengua de tierra o banco de arena.”
THORNBURY (1960) explica que el término “barra se puede emplear en un sentido genérico para incluir a los diversos tipos de obstrucciones sumergidas e emergidas de arena y grava que se forman en el fondo del mar por la acción de las olas y las corrientes.”

HOLMES (1971) escribe: “Los sedimentos son arrastrados por aguas profundas antes de que se depositen en el fondo del mar y son transportados a lo largo de la costa por olas y corrientes donde forma bancos de arena y playas y asimismo construye barras y flechas donde se aminore el poder de transporte.”

Ha sido, sin embargo, GUILCHER (1957) el que ha reunido la mayor cantidad de información y sistematizado el proceso y la forma objeto del presente trabajo.

Antecedentes históricos sobre la barra arenosa de Puntarenas
Algunos documentos históricos y cartográficos indican una controversia respecto a la existencia de la flecha de Puntarenas en los años anteriores al siglo XIX. Es decir, parece conveniente, primero, allegar algunos antecedentes que posibiliten llegar a alguna determinación acerca de su edad relativa y en este sentido no parece probable afirmar que su existencia pueda deberse a un proceso excesivamente acelerado en su formación.

Así por ejemplo, según Cabalceta la lengüeta de arena en que hoy está asentada la ciudad de Puntarenas es de muy reciente formación, indicando que todavía a fines del siglo XVIII tal flecha no se había formado. Hace tal aseveración basado en el mapa del golfo de Nicoya del libro de
William Funner donde no aparece tal lengüeta (se incluye en hoja aparte el croquis mencionado).

Posteriormente, en el croquis del mismo golfo de Nicoya realizado por la Oficina Hidrográfica del Perú a finales del siglo XVIII, la espiga arenosa tampoco aparece; sin embargo, después de una observación mesurada y acuciosa es posible decir que si aparece aunque mal ubicada, con el nombre de Punta de Palmas. Inclusive, la denominación de punta ya es un indicio de que se refería a Puntarenas y además es muy probable que aquí hubiera una vegetación predominante de palmas que son muy corrientes en esta parte del país, incluso, aproximadamente por la mitad de la flecha hay un lugar conocido como Cocal.

Por otro lado, sabemos que a fines del siglo ya se menciona a Puntarenas como un lugar de atracadero de barcos de vela.

Sin embargo, con el propósito de averiguar la edad aproximada de la flecha de Puntarenas, se enviaron algunas muestras de árboles que se consideraron viejos al laboratorio de Biología de la Universidad Nacional, resultando ser de las siguientes especies:

Melicoca bigrega,
Ficus nítida,
Ziziphus mauritania y
Ficus goldmanii

Todas ellas son de rápido crecimiento y no revelaron una edad más allá de los cincuenta o setenta años; tal prueba resultó entonces negativa.
Con el mismo propósito se consultaron los archivos de la Iglesia y se encontraron documentos, que se adjuntan en las próximas hojas, en los que hay referencias desde el año 1849, con sus respectivos asientos de bautizos, matrimonios y la bendición del cementerio. En este documento se expresa la existencia de una isla lo que indicaría que las corrientes litorales, agentes dinámicos de sedimentación del material, empezaron a conformar la lengüeta arenosa a partir de una sedimentación rocosa, pero sin conformar en ella un solo cuerpo inmediatamente. Que bien, las apariencias de isla pudieron haberse debido a las altas mareas.

La situación no es excepcional por lo demás, pues hasta hace pocos años se unía el mar con el estero a la altura de La Angostura lo que pudo haber dado la impresión de isla.

Aún más, hasta la actualidad las altas mareas de luna llena provocan inundación de los terrenos situado junto de estero, en el lado norte de la barra. Según las tablas de mareas publicadas para el puerto, las más altas de ellas superan los 3,20 metros.

Basado en ello puede sostenerse:
a.- Que si hace ciento veinticinco años existía en Puntarenas una parroquia es porque había suficiente población que lo ameritaba.

b.- Que si algunos documentos cartográficos antiguos mencionan la existencia de una “punta” ella debe corresponder a la flecha en formación y

c.- Que no puede suponerse un proceso marino tan dinámico que conforme una flecha o barra arenosa de 7 a 10 kilómetros de largo en poco menos de un siglo.

Descripción del área

Puntarenas se ha convertido a través de los años en el principal puerto de la costa pacífica de nuestro país, existiendo gran movimiento de internacional de mercadería.

Pocas de ciudades-puertos hay en el mundo que estén situadas en una barra arenosa; algunos puertos pesqueros es posible encontrarlos en Dinamarca y ambas Alemanias, en la costa del Báltico sobre todo, pero no tiene la importancia y trascendencia que Puntarenas tiene para Costa Rica. En efecto, tipos de flechas como el de Puntarenas se encuentran en algunos mares cerrados como el Báltico y el Negro; inclusive se encuentran también en lagos como el Caspio y en el extremo norte del Adriático.

La flecha de Puntarenas esta situada en la provincia que lleva su mismo nombre, en la orilla oriental del canal que conduce al golfo profundo de Nicoya y que se extiende entre el continente y la península de Nicoya. Al noroeste y sureste de ella se desarrolla una área muy atractiva desde el punto de vista geomorfológico.

Al sureste encontramos primero, un litoral rectilíneo de dirección oeste noroeste – este sureste hasta la playa Boca de Barranca y un área costera rocosa y de playas con una planicie angosta salpicada de pequeñas eminencias (Cerros Playa Linda, Fila Carballo, Cerro Pavita, etc. con altitudes de poco más de cien metros) y drenada por la desembocadura del río Barranca.

A partir de la desembocadura del Barranca y ahora en zigzagueante dirección Norte – Sur, dos salientes y una entrante se suceden: en la primera, de topografía ondulada, se anotan solo playa de Doña Ana y luego Roca Mesón, punta Farallón, roca Carballo separadas unas de otras por pequeñas playas; la entrante es bahía Caldera toda orlada de playas; la segunda saliente termina en punta Corralillos.

Hacia el noroeste hay una extensa área de manglares hasta Punta Morales, marginada hacia el mar por depósitos de arena y lodo tras la cual hay una amplia planicie de por lo menos 10 kilómetros de ancho hacia el interior por las que discurren los esteros de Puntarenas, Aranjuez, Guacimal y Lagarto; luego continúa la costa con bastante regularidad pero en punta Morales y Manzanillo, más al noroeste, pequeños lomeríos que culminan en la cota de 100 metros se acercan bastante a la orilla del litoral interrumpiendo los manglares. Frente al Puerto, la isla de San Lucas y otras menores (Pan de Azúcar, Guayabos, Muertos, etc.) constituyen partes eminentes del relieve sumergido que estrechan bastante la comunicación entre ambas partes del golfo.
Profundidades marinas menores de 20 metros y aún menores de 10 metros indican la presencia de aguas someras en el interior del Golfo de Nicoya.

Formación de la flecha de Puntarenas

La barra o flecha puntarenense se ubica aproximadamente por los 9° 58´ latitud Norte y por los 84° 50´ longitud Oeste; en el costado oriental de la entrada del golfo nicoyano marginada al Norte por las barrosas aguas del estero y al Sur por las aguas del golfo de Nicoya.

Después de un proceso que se explica más adelante, en realidad lo que hoy se llama “estero” no es sino el grau o canal -inlet en inglés- que recibe las aguas de los pequeños cursos que terminan en él en forma perpendicular.

La explicación de la formación de la flecha aparece relativamente simple a la vista de las explicaciones que provee la literatura correspondiente, aplicadas a la meditada observación de las cartas, de la fotografía aérea y terreno.

La flecha se alarga de Este a Oeste, ligeramente inclinada hacia el Sur, en el mismo sentido del vecino paralelo 10° latitud Norte y mide unos 10.7 kilómetros desde su base en San Isidro de Puntarenas (desde donde según todas las circunstancias empieza su formación hasta el Barrio El Carmen ) en el extremo occidental.

Su contorno meridional es bastante regular pero ello puede deberse a los trabajos de aterraplanamiento de este lado, necesario para el tendido de la vía férrea cuya construcción data del año 1910; todo el borde meridional, por lo demás, está recubierto por una larga playa.

Hacia el lado del Estero, en cambio, el contorno es bastante irregular; comienza con una ancho de 50 metros en La Angostura que progresivamente aumenta hasta el lugar donde se encuentra la plaza de la Chanchera; a partir de aquí mantiene cierta uniformidad de 80 metros hasta un nuevo ensanchamiento de 175 metros a la altura de Escuela de Sión; sigue luego una disminución hasta 130 metros en la planta enlatadora de atún; posteriormente sufre un nuevo ensanchamiento brusco hasta lograr los 550 metros entre el Muelle mayor y el conocido muellecito (Comandancia de Puntarenas); de nuevo disminuye hasta la calle 24 donde se observa un ancho de 320 metros posteriormente se ensancha hasta 380 metros y continúa bastante regular hasta su terminación.

En esta última parte, la regularidad se debe a los trabajos de dragado que se efectuaron con el objeto de establecer ahí el atracadero del “ferry”.

Las flechas se empiezan a formar cuando “los sedimentos son arrastrados por aguas profundas y son transportados a lo largo de la costa por olas y corrientes litorales, donde forman bancos de arena y playas, asimismo construyen barras y flechas donde aminora el poder de transporte del material”.

Si su origen se considera semejante al de los tómbolos debe existir una parte rocosa en la parte misma de la línea del litoral a parir de la cual se inicia el proceso de sedimentación o acumulación.

La flecha de nuestro puerto más importante de la costa pacífica, no debe ser la excepción a tal proceso.

Su proceso de formación debe haber comenzado a partir del sustrato rocoso existente en la parte oriental de la ciudad. Los que conocen Puntarenas durante la época de lluvia se han dado cuenta que en los terrenos frente al Hospital Monseñor Sanabria, siempre hay agua de lluvia que no se infiltra creando una delgada película de agua casi permanente; y no se infiltra precisamente porque el terreno es rocoso y no lo permite, esto ha creado un problema de salud porque se convierte en un enorme criadero de zancudos.

Es en este punto en donde, según todas las evidencias, debe haber empezado la formación de la flecha de Puntarenas, pero por etapas sucesivas.

Se formó primero todo el terreno que hoy conocemos como Chacarita bajo la acción de la corriente litoral hasta que alcanzó el estero de Chacarita o Naranjo, a partir de ese momento apareció una contra-fuerza que es la desembocadura del río Naranjo que no permitió la unión.

La continuación del proceso ha sido de trascendencia considerable: por un lado el estero colaboró en la formación de la espiga arenosa, dándole un contorno sinuoso, por otro, creó una barrera para la circulación y depositación en aguas profundas de la carga sedimentaria que el estero y los siguientes pequeños curso de agua hacia el noroeste, traían. La escasa profundidad, de un metro o menos de la orilla interior oriental del golfo de Nicoya, ha hecho propicias las condiciones para la depositación del material, el anegamiento del área y en formación de marismas y manglares hasta un poco más allá de punta Morales.

La observación atenta de las cartas permite indicar la presencia de barras sumergidas y arena y barro que orillan esta parte del litoral y que pueden emerger en años venideros.

Así sucesivamente se fue alargando el área de manglares hacia el noroeste.

El aporte del río Naranjo, dada su longitud, no parece suficiente ni aún considerando la presencia de los otros cursos de agua menores (Lagarto, Guacimal, Aranjuez), para explicar el área de manglares y la flecha misma.

Al parecer, la formación de uno y otro, debe entenderse en el sentido de una múltiple alimentación: por un lado, la carga proveniente del importante sistema fluvial del río Tempisque y la de los anteriormente mencionados que vacían sus aguas en el interior del golfo de Nicoya y que deben llegar hasta el área con la corriente de descarga de la baja marea y que las olas oblicuas (generadoras de la corriente del litoral) contribuyen a depositar.

La otra fuente debe provenir del océano mediante otro sistema de olas más enérgicas que vienen con las altas mareas que acarrean los sedimentos externos, especialmente los que depositan el río Grande de Tárcoles y el río Barranca. Tales olas al entrar al golfo deben sufrir un freno progresivo experimentado por las olas que viniendo de afuera, avanzan o tratan de avanzar hacia el interior y que, en un momento dado, han debido depositar, y depositan, los materiales que acarrean.
El esquema teórico anterior (teórico en cuanto necesita ser probado) permite decir que sólo en el lugar en donde se formó, en la parte más angosta del canal que vacía las aguas del golfo y teniendo enfrente la isla de San Lucas (o en sus inmediaciones) pudo haberse formado una flecha tan característica como la de Puntarenas: en ese lugar debe encontrarse el punto medio de pérdida de arrastre de los materiales sedimentarios que arrastran las aguas desde el interior del golfo (durante las bajamareas) hacia el océano y las que vienen con las aguas de entrada durante las altamares. “Es poco frecuente, pero no excepcional, el caso de ver que, en una posición intermedia entre la entrada y la parte más internada de una bahía, se forme una flecha de arena o de cantos rodados, perpendicular al eje de la bahía, que los franceses llaman “poulier” y en Estados Unidos “midbay bar” ; con esto Guilcher refuerza la opinión anterior.

Lo importante de su ubicación y la acción de las fuerzas enunciadas, se advierte además, en la depositación submarina a continuación de la flêche misma. Tal aseveración se basa en la observación atenta de la fotografía aérea: la espiga se prolonga como una rastra bajo el de las aguas configurando como una cresta de playa de forma redondeada con acentuada inclinación hacia el suroeste. Es posible concebir tal forma como la que tuvo inicialmente la flecha actual puntarenense y como la probable conformación si logra emerger. También es posible advertir el engrosamiento de la flecha en la medida en que se alargaba, situación que tiene que ver con períodos de abundante disponibilidad de materiales los cuales se depositan delante de la forma original: de ahí también que la fotografía aérea revela un ensanchamiento considerable del gancho sumergido.

Configuración original y cambios hasta la actualidad
Como se explicó anteriormente, la flecha de Puntarenas se forma entonces por la acumulación de sedimentos traídos por las corrientes litorales y por otro lado existe una contrafuerza que no permite que la flecha siga pegada a l costa. Todo lo anterior, va haciendo que la flecha vaya tomando en su forma original una forma de espiga muy irregular, formándose una parte angosta (La Angostura) en la unión de las fuerzas contrarias; así en 1860 tiene la siguiente forma.
Veinticinco años después, la flecha de Puntarenas tiene la forma siguiente, lo que es normal en este tipo de formación o sea, su tendencia a curvarse en el extremo y tratar de cerrarse para formar una albufera, a esto se le conoce con el nombre de “poulier”
Después de haber tomado la forma anterior, se produce una fuerte erosión en la curvatura hasta que la construcción de rompeolas quiebra ese proceso y Puntarenas adquiere la forma que hoy conocemos y de la cual adjunto documento.

CONCLUSIONES
De la elaboración del presente trabajo, se han obtenido las siguientes conclusiones:

– La formación de la flecha de Puntarenas data de más de doscientos años.
– La flecha de Puntarenas ha cambiado de configuración a través de los años siguiendo un proceso normal en este tipo de barras de arena.
– Puntarenas tiende a unirse al manglar; esto se demuestra por simple observación en terreno en que se nota cuando las bajas mareas dejar ver la enorme acumulación que se ha formado en el estero. De hecho, se draga de vez en cuando.
– La espiga puntarenense no ha terminado de formarse, continuamente se produce mayor acumulación. Ahora está aproximadamente a tres metros del nivel del mar.
– En caso de producirse una “Tsunami” es muy probable que inunde la ciudad pero sin causar grandes estragos ya que llegaría con menor fuerza por el espacio a recorrer desde la entrada del golfo de Nicoya y su debilitamiento al chocar con las islas.
– La construcción de las obras portuarias en Caldera ha provocado una disminución del aporte sedimentario oceánico (hecho que se nota primero en Caldera y luego en Puntarenas), pero no afectarán su existencia misma.

BIBLIOGRAFIA

Branson, E.B. y Tarr W.A. “Elementos de Geología”. Editorial Aguilar,
Madrid, España. 1959

Cabalceta, Gilberth. “Monografía de la ciudad de Puntarenas”. Tesis
de Licenciatura. Heredia, Costa Rica. 1974

Derruau, Max. “Geomorfología”. Editorial Ariel, Barcelona, España.
1966

Guilcher, André. “Morfología litoral y submarina”. Editorial Omega,
Barcelona, España. 1957

Holmes, Arthur. “Geología Física”. Ediciones Omega S.A. Barcelona,
España. 1971

Revista de Geografía de América Central. (separata). Escuela de
Geografía. Facultad de Ciencias de la Tierra y el Mar.
Universidad Nacional. Heredia, Costa Rica. 1975

Thornbury, William D. “Principios de Geomorfología”. Editorial
Kapelusz, Buenos Aires, Argentina. 1960

Autor: Chen-Apuy Cabalceta, Nicolás

 

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